
Te escribo desde el alma, adherida a ti cual hiedra,
bajo una débil línea de la luna nueva.
Asomada en el verde zaguán de la arboleda,
muy cerca de tus pasos, inclinada a la tierra.
Te escribo desde todos los rincones ausentes,
al amarte callada, desde todas mis fuerzas.
Te escribo desde el acorde de todos los cantos
que dejan los mirlos al asomarse a mis puertas.
Te escribo desde una mano que te alcanza a tientas,
inefable y dulce amor, que despierta a las piedras.
Te amo en el ir y venir, nada y todo en tus pasos,
al escribir tu nombre que se borra en la arena.